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María Ossandón en Venti Journal

La artista María Ossandón es una de las artistas destacadas en la última edición de la publicación digital Venti Journal.

Venti, es una publicación concebida en el año 2020, la revista es un foro de discusión centrado en el aire , sus temas relacionados, temas históricos e interdisciplinarios, y resonancias críticas.

María Ossandón Recart construye intrincados dibujos a tinta alrededor de fragmentos de plato rotos, recogidos de los escombros después de un terremoto o descubiertas en ferias de antigüedades de todo el mundo. A partir de estos fragmentos de vajilla decorada, María rellena lo que falta: el resto del plato y de la escena.

 

“Soy un terremoto”, reza uno de los títulos de la serie: un verso tomado del poema del poeta chileno Vicente Huidobro, “Altazor”, un poema sobre la creación teórica y artística de un mundo nuevo a partir de fragmentos de lo que fue antes. María, de manera similar, reconfigura y recontextualiza los fragmentos encontrados de platos de porcelana de vajillas rotas e inutilizables en algo completo, una obra de arte. En su proceso de recolección tras un terremoto, María se centró en recuperar fragmentos de los platos Willow de Lozapenco, muy utilizadas en los hogares chilenos desde los años setenta hasta los noventa. Estos platos son instantáneamente reconocibles para el espectador chileno, transportándolos a recuerdos, tal vez de su propia infancia y reuniones familiares. Los orígenes de estos fragmentos, sin embargo, están teñidos de pérdida y dolor, encontrados y adaptados por el artista después de la destrucción de la casa de una familia. María Ossandón combina la porcelana y sus tintas para crear un nuevo recuerdo de los platos, imaginando su existencia y su aparición antes de su fragmentación.

 

María considera además la domesticidad, la memoria y la fragmentación en su serie reconstrucción y reconstrucción II. Con porcelana procedente de todo el mundo, María mira al pasado mientras agrega su propia interpretación a cada fragmento. Meticulosamente renderizada con tinta sobre papel, cada pieza se siente como un mundo abierto para que el espectador ingrese, una tranquila casa de campo o un elaborado paisaje urbano. Simultáneamente, el espectador se vuelve hiper consciente de esta realidad construida en la yuxtaposición entre las delicadas líneas de las pinturas de Ossandón y los ásperos y angulosos fragmentos de los platos rotos. Aunque el estilo parece imitado con bastante precisión, uno se da cuenta de cómo los colores no coinciden al notar las diferentes texturas de los materiales combinados. Esto podría hacer que la obra parezca aún más construida y, por lo tanto, irreal, pero para María, esta es una elección decidida. Hace que las piezas sean aparentemente colaborativas, una amalgama del diseñador de porcelana en el pasado y María Ossandón en el presente.

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